Muchas personas refieren problemas cognitivos, como por ejemplo: dificultades para atender, concentrarse, memorizar, iniciar o sostener un comportamiento, generar un hábito que considera necesario o saludable, etc.
En un porcentaje importante de casos, las variaciones en el rendimiento cognitivo puede ser explicado por alteraciones emocionales, o por aprendizajes comportamentales ineficientes.
Es necesario, y muchas veces imprescindible, desarrollar una estrategia de acompañamiento psicoterapéutico capaz de regular el comportamiento, más allá de la posible ejercitación de habilidades cognitivas. Ambos aspectos en realidad se encuentran profundamente integrados y se potencian o inhiben.
A modo de ejemplo, un deportista, digamos un tenista, necesita un determinado rendimiento físico, pero también una estrategia de juego suficientemente eficaz como para conservar reservas físicas durante todo el encuentro, e incluso una estrategia general para todo el torneo.
Los ejercicios cognitivos pueden mejorar el rendimiento, al igual que lo harían los ejercicios físicos en el tenista.
Pero la estrategia de juego, la interpretación de los acontecimientos, y los aspectos motivacionales, deben ser revisados y oportunamente tratados en terapia, como lo haría el tenista con su entrenador.
Esta variable no debe ser descuidada, principalmente cuando trabajamos con personas que puedan estar atravesando una situación de angustia, depresión, problemas interpersonales, u otras causas de conflicto.
Del mismo modo, cualquier línea de acompañamiento psicoterapéutico puede ser de utilidad, aunque las terapias breves, o las que pueden centrarse en aspectos específicos pueden resultar más útiles para un terapeuta que tiene como objetivo central mejorar el desempeño cognitivo.
Sin embargo, el trabajo en conjunto con otros profesionales resulta la mejor opción.